El capítulo 7 del libro de Daniel se parece más al libro de Apocalipsis que cualquier otro libro de la Biblia. El profeta Daniel tiene una visión de cuatro imperios futuros y, luego, de la venida del Hijo del Hombre.
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Ningún otro acontecimiento ocurrido hace más de dos mil años capta la atención del mundo como la Navidad y el nacimiento de Jesús. Por otro lado, quizá algunos digan: «¡No! ¡Otra vez!» O: «¡Una adolescente soltera tiene un bebé en una cabaña y todos se vuelven locos!»
Pero hay un elemento que casi siempre se deja fuera del relato de la Navidad, que en un principio fue casi primordial para los que se enteraron por primera vez en el Israel de la antigüedad. ¿Y qué es? Es esto: ¡La Navidad… fue profetizada! Es así de importante y en la actualidad es un dato casi desconocido. Intentaré explicarlo.
Aunque algunos critican severamente la Navidad, ha sido útil que los sucesos del nacimiento de Jesús se conozcan en todas partes y se celebre anualmente, como se ha hecho por dos mil años. En muchos casos, personas de todo el mundo, sean cristianas o no, saben que Jesús nació en Belén. Es posible que se trate de un niño de Beluchistán o un alumno de una yeshivá o escuela talmúdica en Brooklyn. Pero si pregunta a su profesor: «¿Y de qué se trata la Navidad?» Probablemente podrán contarle lo que es la Navidad.
Sin embargo, casi nadie sabe por qué importa que Jesús haya nacido en Belén, y mucho menos la situación de María, Su madre. Se debe a que las profecías bíblicas cumplidas han llegado a ser uno de los fenómenos desconocidos en estos tiempos de tantos adelantos. ¿Hubo una conspiración o encubrimiento intencional para evitar que conociéramos las profecías de la Biblia? No creo que se trate de eso. Sin embargo, el cumplimiento evidente de las profecías es una de las mayores pruebas de la existencia de un Dios sobrenatural que tiene un plan para la humanidad y que dirige los acontecimientos que llevan hacia un enfrentamiento decisivo entre la Luz y la Oscuridad.
«Muy bien, Mark. Entonces, ¿qué fue profetizado acerca de la Navidad?»
En primer lugar, Dios predijo específicamente que sería en Belén. Lo hizo por boca del profeta Miqueas, que dijo que sería el lugar de nacimiento del futuro Rey de los judíos, más de 700 años antes del nacimiento de Jesús. Dice en Miqueas 5:2 (Dios refiriéndose al pueblo de Belén). «Más tú, Belén, aunque eres pequeña entre las familias de Judá, de ti saldrá el que será Señor en Israel. Y Sus orígenes son desde tiempos antiguos, desde los días de la eternidad».
Los judíos de la época de Jesús sabían exactamente lo que eso significaba; e incluso lo utilizaron para tratar de probar que Jesús no era el Mesías. Jesús nació en Belén, pero creció en Nazaret. Así pues, los judíos que no creían sabían que Jesús era de Nazaret y dijeron: «¿No dice la Escritura que del linaje de David, y de la aldea de Belén, de donde era David, ha de venir el Cristo?» (Juan 7:42) Pero Cristo sí vino del pueblo de Belén. Nació allí aunque creció en Nazaret. Creo que los que emplearon ese argumento contra Él no había investigado bien.
¿Qué significa eso de «linaje de David, y de la aldea de Belén, de donde era David»? Eso también era más significativo para las personas de hace dos mil años, pero en esta época no parece importante. Para los judíos, el Mesías sería un descendiente directo del rey David, el rey más importante de Israel. Y, como hemos leído, el Mesías debía nacer en Belén. Ahora, dos mil años después, las personas saben que Jesús nació en Belén. Pero la importancia de ello se ha borrado del relato.
Fue profetizado, predicho, ¡y todos los habitantes de Israel lo sabían! También sabían que el Mesías sería descendiente del rey David. Físicamente, ¿era descendiente de David? Sin lugar a dudas. El evangelio de Lucas —capítulo 3, versículos 23-28—, describe el linaje de la virgen María y se remonta directamente al rey David.
¿Y lo de la virgen María? Síganme la corriente, por favor, pero… ¡fue profetizado! Fue profetizado que el Mesías nacería de una virgen. Isaías 7:14 dice: «Por tanto, el Señor mismo os dará señal: He aquí que la virgen concebirá, y dará a luz un hijo, y llamará su nombre Emanuel». Y Emanuel significa «Dios con nosotros» (Mateo 1:23)
El Mesías que esperaban los judíos de esa época nacería en Belén; sería del linaje de David y nacido de una virgen. Por esa razón la Navidad es tan importante, porque Jesús no fue un bebé común y corriente, hijo de una madre soltera y adolescente. Fue y es el Mesías prometido a Israel.
Hay más. En el mundo romano de aquella época ya se sabía que nacería un Rey entre los judíos porque las profecías de Daniel eran conocidas en cierta medida. En los escritos antiguos de Roma se pueden encontrar pasajes en los que se dice que sabían que Roma era el «cuarto reino» (Daniel 2:40 y 7:23) y que en ese tiempo Dios establecería un reino que jamás sería destruido (Daniel 2:44).
Si tu Navidad se ha reducido a comer en un restaurante de comida rápida, si el ingrediente de la profecía cumplida se ha eliminado de tu alimento espiritual, entonces seguramente no estás recibiendo lo que en un principio estaba allí. Me indigna ver que la gente de este mundo espiritualmente se ha vuelto débil, sin fuerzas y que está mal alimentada porque perdió el conocimiento del gran poder de Dios y Su voluntad de predecir los acontecimientos importantes de nuestra existencia y el futuro aquí, en este mundo. La Navidad no fue solo un hecho histórico; fue uno de los más profetizados en la historia de la humanidad. Pero actualmente eso casi se ha perdido.
Espero que tengas una feliz Navidad. Pero también espero que crezcas en gracia y conocimiento (2 Pedro 3:18) y que te fortalezcas interiormente (Efesios 3:16) por el poder de la verdad y la Palabra de Dios, que en la actualidad está bastante distante y lejana para la gran mayoría de nosotros. ¡Que Dios nos ayude a todos! Feliz Navidad.
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Mateo 5: 1 dice: «Viendo la multitud, subió al monte; y sentándose, vinieron a él sus discípulos». Es posible que digan: «No hay enseñanza en ese versículo, ¿verdad?» Pues puede haber. ¿Por qué Jesús dejó la multitud cuando allí tenía a tantas personas a quienes podía hablar? ¿Todos lo siguieron a la montaña para escuchar el sermón más famoso del mundo? ¿Por qué no dice el versículo que la multitud lo siguió? ¿Tiene algún significado en lo que dice que los que siguieron a Jesús a la montaña fueron Sus discípulos?
Al dar una breve lectura superficial de ese versículo no parecería que hay algo qué aprender. Pero una mirada más profunda revela un mensaje importante. Había multitudes que tenían un poco de interés en Jesús, pero unos cuantos lo entendieron, aceptaron a Jesús y lo siguieron a la montaña. No fue solo aquí en Mateo 5, al principio del sermón del monte, que surgió una diferencia entre varios círculos concéntricos de los seguidores de Jesús. Aquí, solo Sus discípulos lo siguieron a la montaña.
En el capítulo 6, de manera milagrosa Jesús dio alimento a la multitud. Se nos dice que había «5000 hombres». Así que podemos suponer que había muchas más personas. Después de repartir los 5 panes y 2 peces para dar alimento a todas esas personas, dice que Jesús entendió que entre la multitud había quienes querían «apoderarse de él y hacerle rey» (Juan 6:15). Y que al día siguiente un buen número de ellos lo siguieron hasta donde pasaría la noche. No parece que Jesús quería que lo siguieran grandes multitudes de personas que buscaban emociones fuertes. Al día siguiente les dijo a los que fueron a verlo: «Si no coméis la carne del Hijo del Hombre, y bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros» (Juan 6:53). De verdad dijo eso. Y cuando resultó claro que era mucho más de lo que muchos de ellos podían entender, siguió hablando.
La Biblia dice: «Desde entonces muchos de sus discípulos volvieron atrás y ya no andaban con él» (Juan 6:66). Parece que en ese momento perdió a casi todos sus seguidores, menos a los 12 discípulos más cercanos, y tal vez unos pocos más. Algunos tal vez dirán: «¿Qué quieres decir? Pensé que Jesús era un hombre muy bueno que por todas partes hizo el bien y manifestó amor a todos. ¿No quería que todos creyeran en Él y lo siguieran?»
Tal vez de eso se trata. Resulta que puede haber una gran diferencia entre creer en Jesús y seguirlo. Parece que en esa época había muchas personas que pensaban que Jesús era interesante y que tal vez hasta creían en Él en cierta medida. Pero seguirlo de verdad era algo que muy pocos terminaron haciendo. Después de todo lo que Él hizo, a todos los que sanó y todos los milagros que Sus compatriotas vieron en Sus tres años y medio de ministerio, la Biblia dice que solo 120 discípulos estaban en el aposento alto en Jerusalén en el día de Pentecostés cuando Dios derramó Su Espíritu Santo (Hechos 1:15).
Así pues, multitudes o discípulos. ¿Verdad que es igual actualmente? Gracias a Dios que hay quienes todavía tienen fe, en este mundo infernal y demoniaco en el que vivimos ahora. Pero de todos los que dicen que creen en Dios, o los que se llaman a sí mismos cristianos, ¿cuántos de ellos son muy parecidos a la multitud de la época de Jesús y cuántos en realidad pueden ser reconocidos como discípulos?
En Hechos 10 dice: «a los discípulos se les llamó cristianos por primera vez en Antioquía» (Hechos 11:26). Al principio del cristianismo, un cristiano era un discípulo. Eso significa: un seguidor de la enseñanza. Eran seguidores, no solo creyentes ocasionales. Como Pedro en Hechos capítulo 10, obedecían la guía de Dios, aunque a veces pareciera casi una locura. Si ha habido un ejemplo de seguir al Espíritu Santo que resultó en un cambio histórico en toda la Tierra, fue lo registrado en el capítulo 10 de Hechos.
Pero el Señor ama a la multitud. Muchas personas lo seguían de lejos (Mateo 26:58), como hasta Pedro hizo en un momento determinado. Pero estoy seguro de que Jesús quiere que lo sigan a la montaña tantos como deseen hacerlo y puedan seguirlo; que vayan a escuchar Sus palabras valiosísimas y dejen el valle de la rutina mundana. Jesús dijo que «la mies es mucha, mas los obreros pocos» (Mateo 9:37). Y sin duda actualmente es lo mismo. Abundan los creyentes que están entre la multitud, pero pareciera que los discípulos, los verdaderos seguidores y los que obedecen, a veces son pocos.
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No sé si les ha pasado a ustedes, pero las veces en que me sentido más herido han sido cuando me sentí rechazado y que no me aceptaban en la fraternidad de otros. A la inversa, algunos de los momentos más alentadores y en los que tuve una profunda emoción han sido cuando otros me recibieron con brazos abiertos y me invitaron e incluyeron en su círculo de fraternidad.
Me recuerda a algo que oí una vez. Era algo así: «Él dibujó un círculo que me dejó afuera. Pero el amor y yo encontramos la manera de que fuera beneficioso: dibujé un círculo que lo incluyó a él». Tal vez se podría decir que soy una persona inmadura o que hay algo que mezcló antes en mi vida y que me ha hecho que yo sea de esta manera. Pero sentirse rechazado, no querido, no incluido, aislado por las personas con las que te gustaría estar, puede ser muy desalentador.
Gracias a Dios, que lo encontré a Él y a Jesús hace tantos años y claro, ellos no nos hacen eso. Dice: «No te desampararé, ni te dejaré» (Hebreos 13:5). Por otro lado, la Biblia dice de algunas personas: «Son las iniquidades de ustedes las que los separan de su Dios» (Isaías 59:2; NVI). Pero eso es distinto, porque «si andamos en luz, como Él está en luz, tenemos comunión unos con otros, y la sangre de Jesucristo su Hijo nos limpia de todo pecado» (I Juan 1:7). Sin embargo, la soledad, sentir que te dejan de lado o que de verdad te hacen a un lado a veces es algo muy real, hasta para personas con fe.
Así que a mi juicio, una de las mayores manifestaciones de Dios es el afecto sincero, la genuina inclusión y sincero amor humano que Dios puso en el corazón de Su pueblo. Lamentablemente, no siempre está presente ese amor; pero a veces sí. Se puede sentir. No solo te aman, por así decirlo, en un sentido cristiano oficial, obligatorio; les agradas de verdad y quieren estar contigo e incluirte en lo que hacen. Toda la espiritualidad del mundo no reemplazará la genuina ternura cristiana y la integración. En muchos casos, esa manifestación de amor es lo que las personas necesitan y a lo que reaccionan más que a ninguna otra cosa.
Me encanta la Palabra de Dios. Me interesan mucho las profecías de la Biblia. Creo en servir al Señor en este mundo. Sin embargo, algunas de las cosas que aprecio más es que ha habido hermanos que dibujaron un círculo en el que me incluyeron. Se imaginarán que sería así siempre, pero claro, por una y otra razón, no es así. Las personas están ocupadas. Llevan sus propias cargas. No me complace decirlo, pero hasta puede ocurrir que a algunos no nos gusten otras personas. Tal vez sea algo que tiene que ver con la personalidad, alguna peculiaridad que vemos en otros. Tal vez oímos un rumor acerca de alguien y eso hizo que lo rechazáramos. Que el Señor nos ayude.
El amor es lo que todas las personas necesitan. Algunos están rodeados de una gran familia y tienen cerca a muchos seres queridos y familiares. Otros, por alguna razón están más o menos solos. Pero todos necesitan ser amados y claro todas las personas necesitan amar. Y se puede sentir, de alguna forma. Que seas cristiano y parte del rebaño de Dios debería hacer que sea mucho más posible y probable que seas amado y que puedas sentir el cariño, la inclusión y la camaradería que casi todos necesitan.
No es un tema del que escribo generalmente, pero todavía es la base de las enseñanzas de Jesús. «Este es mi mandamiento: Que os améis unos a otros» (Juan 15:12). «En esto conocerán todos que sois Mis discípulos, si tuviereis amor los unos con los otros» (Juan 13:35). Jesús, hablando de los últimos días antes de Su regreso, dijo: «y por haberse multiplicado la maldad, el amor de muchos se enfriará» (Mateo 24:12). Es posible que se refiera a los tiempos en que ahora vivimos. Los viajes y el conocimiento sin duda han incrementado, lo que el ángel dijo a Daniel que sería una de las señales de los últimos días. (Véase Daniel 12:4.) Pero la frialdad, la soledad, la exclusión y la dureza de corazón en el tiempo del fin también son muy comunes en muchísimos lugares.
Así pues, a los que activamente intentan poner al descubierto el nuevo orden mundial y todas las obras del enemigo y la oscuridad en estos tiempos del fin, también es bueno que recuerden que una esterilidad sin amor, sin amigos, también es una manifestación de los tiempos del fin. Debemos hacer todo lo posible por poner al descubierto y contraatacar eso, en igual medida si no es que más, que toda la exposición de sistemas falsos e intrigas gubernamentales que acaparan tanta de nuestra atención.
Tal vez sea provechoso hablar de este tema. Quizá sea útil recordar —en nuestro compromiso de servir al Señor y conquistar a otros para Él—, esa parte de nuestro testimonio más grande, además del supremo mandamiento, y que nuestra mayor necesidad en muchos casos es amar y ser amados, sentir que se ha dibujado un círculo en el que estamos incluidos. O que dibujamos círculos que incluyen a los que miran desde afuera, los que no tienen a otros en su vida, y quienes nos rodean y que es posible que hoy estén muriendo por falta de amor y amistad. «No seas vencido de lo malo, sino vence con el bien el mal». (Romanos 12:21)